Valentía

2Co 4,8 “Así, aunque llenos de problemas, no
estamos sin salida; tenemos preocupaciones, pero
no nos desesperamos.
9 Nos persiguen, pero no estamos abandonados;
nos derriban, pero no nos destruyen.
10 Dondequiera que vamos, llevamos siempre
en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que
también su vida se muestre en nosotros.”
Parece que a veces llegara la tentación de perder
la valentía en medio de las vicisitudes de la vida, pero
quienes amamos a Cristo, nos levantamos con mayor
fuerza y coraje de cada caída, y vemos la vida con
una mirada diferente. Sabemos que detrás de cada
dificultad, Dios tiene un plan maravilloso y muchas
veces inesperado de salvación. Él nos invita a confiar
y a ser valientes, para no desesperarnos y enfrentar
la vida con su fuerza. Ser valiente es perseverar a
pesar de que no veamos su respuesta, es enfrentar la
murmuración, la envidia de otros, la burla y, a veces,
las injusticias. Ser valiente es levantarse con un nuevo
ánimo cada día para enfrentar la vida. Ser valiente
es esperar en sus promesas y caminar derecho en
medio de caminos torcidos, es nadar en contra de la
corriente con la cara en alto y sin miedo al qué dirán.
Eclo 2,1 “Hijo mío, si tratas de servir al Señor,
prepárate para la prueba.
2 Fortalece tu voluntad y sé valiente, para no
acobardarte cuando llegue la calamidad.
3 Aférrate al Señor y no te apartes de él; así, al
final tendrás prosperidad.”
Amado Padre Celestial, te presento mis debilidades,
para que Tú las conviertas en fortalezas, te presento mi
vida y mi intención y te pido me revistas de valentía
y decisión. Te doy gracias por tu auxilio de cada día y
hoy salgo al mundo con tu protección y tu asistencia,
pues sé que nada malo le va a pasar a mi alma, si Tú
estás conmigo. Te doy gracias por el amor que me
tienes y porque sé que tienes un maravilloso plan
de salvación para mí y para los míos.
Sal 23,1 “El Señor es mi pastor; nada me falta.
2 Me hace descansar en verdes pastos, me guía
a arroyos de tranquilas aguas,
3 me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos
rectos haciendo honor a su nombre.
4 Aunque pase por el más oscuro de los valles,
no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás
conmigo; tu vara y tu cayado me inspiran confianza.
5 Me has preparado un banquete ante los ojos
de mis enemigos; has vertido perfume sobre mi
cabeza y has llenado mi copa a rebosar.
6 Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo
de mis días, y en tu casa, oh Señor, por siempre
viviré.”
Amén.

Reflexión tomada del libro Una reflexión para cada ocasión por Juan Alberto Echeverry

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